martes, 21 de noviembre de 2017

Ziegfeld Girl (Las chicas de Ziegfeld) - (1941) - (Director: Robert Z. Leonard)




Título original: Ziegfeld Girl


Título en español: Las chicas de Ziegfeld

Año: 1941

Duración: 132 min.

País: Estados Unidos.

Director: Robert Z. Leonard.

Guion: Marguerite Roberts, Sonya Levien (Historia: William Anthony McGuire)

Música: Herbert Stothart.

Fotografía: Ray June (B&W)





Reparto:


James Stewart, Judy Garland, Hedy Lamarr, Lana Turner, Tony Martin, Jackie Cooper, Ian Hunter, Charles Winninger, Edward Everett Horton, Philip Dorn, Paul Kelly, Eve Arden, Dan Dailey, Al Shean, Fay Holden, Felix Bressart, Rose Hobart, Bernard Nedell, Ed McNamara.


Productora: Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)

Género: Musical.


Sinopsis:

Tres mujeres sueñan con actuar en los musicales de Broadway de Florence Ziegfeld. Susan teme que su éxito apene a su padre, actor de vodevil en declive. Sheila se debate entre el amor a su novio y las atenciones de un millonario. Sandra está casada con un virtuoso del violín que no soporta que su mujer consiga el éxito en el mundo de las lentejuelas.





COMENTARIO:


Los nombres de Florenz Ziegfeld y Busby Berkeley, representaban en las primeras décadas del siglo XX, la más calificada producción de revistas musicales y las más majestuosas coreografías que pudieran verse en el mundo entero. Broadway se engalanaba con una serie de obras que despertaban admiración, alegría pura y una gran fascinación, y con la llegada del cine sonoro, buena parte de ellas se irían trasladando al cine para que, al menos en forma fragmentaria, pudieran ser disfrutadas por el público de otras latitudes.
Para las chicas que soñaban con ser cantantes o bailarinas, el gran sueño era por supuesto, ¡Las Follies de Ziegfeld! Y las que lograban acceder al cine, mantenían la inamisible esperanza de hacer parte de una coreografía de Busby Berkeley. Con eso hacían historia y entraban en las antologías de lo más celebrado que tuvo siempre el musical norteamericano.




Hay que verlo para convencerse de que nunca hubo chicas más bellas, nada se le compara a sus escenografías, y sus vestuarios eran tan majestuosos que nos dejaban con la boca abierta. Ziegfeld sabía como nadie, reconocer y exaltar la belleza física. Y Berkeley lo sabía todo sobre escenografía, el ritmo y los caleidoscopios. Además, contaban con una gran solvencia, pues, para 1930, cada montaje superaba los 300 mil dólares de presupuesto. Era inobjetable: ¡Lo suyo era arte con lo mejor de lo mejor!




“LAS CHICAS DE ZIEGFELD”, retoma el éxito que el mismo director, Robert Z. Leonard, alcanzara en 1936 con “El gran Ziegfeld”, con la cual se llevó el premio Oscar a la mejor película. La base central, son de nuevo las celebérrimas revistas musicales que se montaban en la Calle 42 de New York, New York, y el efecto que sobre tres chicas produce el acceder a las famosas Follies de Ziegfeld, un espectáculo al que acuden los amantes del arte con mayúsculas, pero que también es visitado por voraces lobo$ que buscan hacer cacería de alguna bella muchacha.




Sheila, es una ascensorista a la que se le da la ocasión de presentarse a una prueba y no tardará en deslumbrar con su belleza al productor… y al primer lobo que la contempla. Susan, quien tiene ya un largo historial de trabajo junto a su anciano padre en otros espectáculos, tendrá que probar que su voz es inigualable y quizás tenga que sacrificar algo muy valioso para ella. Y Sandra -que tan solo buscaba que su pareja violinista hiciera parte de aquel gran espectáculo-, termina adentro sin el menor esfuerzo, cuando los asistentes de Ziegfeld quedan perplejos al ver su rostro.




¿Cómo manejará el éxito cada una de ellas? Las altas y las bajas, la sensatez y la ligereza, la fidelidad y el desengaño, la felicidad y la desgracia… se harán un buen lugar entre estas chicas, que son un magnífico ejemplo de que, no son los espectáculos (o empleos) sino el carácter de cada chica, lo que va determinando su destino.




La revista es de primera línea; los vestuarios y escenografías nos dejan de nuevo con la boca abierta; la historia consigue sensibilizarnos; Lana Turner y Hedy Lamarr resultan fascinantes; y Judy Garland eleva su voz hasta el Olimpo cuando la oímos cantar “I’m always chasing rainbow”. El espectáculo está garantizado. Solo el gran James Stewart, tiene aquí un personaje ¡que da ganas de llorar!... ¡Pobre Sheila! (Luis Guillermo Cardona en Filmaffinity)




Trailler:



Calificación: 3 de 6.

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