viernes, 24 de noviembre de 2017

The Damned (Éstos son los condenados) - (1963) - (Director: Joseph Losey)




Éstos son los condenados

Título original: The Damned

Año: 1963

Duración: 96 min.

País: Reino Unido.

Director: Joseph Losey.

Guión: Evan Jones (Novela: H.L. Lawrence)

Música: James Bernard.

Fotografía: Arthur Grant.

Reparto:

Macdonald Carey, Shirley Anne Field, Viveca Lindfors, Alexander Knox, Oliver Reed, Walter Gotell, James Villiers, Tom Kempinski, Kenneth Cope, Brian Oulton, Barbara Everest, Allan McClelland, James Maxwell, Rachel Clay, Caroline Sheldon.

Género: Ciencia ficción. Drama.

Sinopsis:

Weymouth, Inglaterra, principio de los años sesenta. Joan, una joven británica, actúa de cebo para que la banda liderada por su hermano King robe y apalice a un súbdito norteamericano llamado Simon Wells. Después de ser agredido y abandonado sobre el arcén, Simon recibe ayuda por parte de Bernard y sus amigos. Al regresar a su embarcación anclada en el puerto de Weymouth, Wells vuelve a reencontrarse con Joan, pero en esta ocasión sus intenciones parecen ser bien distintas. De hecho, Joan pretende zafarse del control que ejerce su hermano mayor sobre ella y se presta a embarcar junto a Simon en su pequeño yate. Sin embargo, King y su grupo de “teddy boys” les siguen la pista con sus motocicletas bordeando la costa. Al verse rodeados, Simon y Joan saltan una valla protectora electrificada y penetran en una especie de recinto militar. Ambos no tardan en precipitarse por un acantilado, y acto seguido, las olas arrastran sus cuerpos hacia la orilla. Allí los recogen unos niños que viven confinados en unas galerías subterráneas conectadas con el centro militar vía circuito televisivo, cuyo habitual interlocutor es el enigmático profesor Bernard.


INTRODUCCIÓN: 
  
Joseph Losey - Director

Procedente de una importante familia, estudió en un principio medicina y la abandonó para estudiar letras. Su inclinación artística comenzó durante la década de los 30, cuando frecuentó la Graduate School of Art and Sciencies y desarrolló numerosas actividades tanto en el campo periodístico y radiofónico como en el teatral. En este último medio alcanzó mucho prestigio, pues fue el responsable de algunos espectáculos en colaboración con Bertolt Brecht, entre los que destaca la puesta en escena de "La vida de Galileo", (exponente del teatro épico) y se trasladó a Rusia para estudiar técnicas teatrales.




A finales de los años 30 comienza a tener sus primeros contactos con el cine, y realizó algunos trabajos para la administración estadounidense y largometrajes de carácter educativo. En 1948 dirigió el primero: The Boy with the Green Hair (El muchacho de los cabellos verdes) para la RKO.

En 1952, como muchos de sus coetáneos, fue víctima de la política del senador Joseph McCarthy, acusado de mantener actividades "antiamericanas". Emigró entonces a Inglaterra, donde, tras trabajar con varios pseudónimos, entre ellos el de Joseph Walton, Victor Hanbury o Andrea Forzano, decidió instalarse definitivamente y proseguir su labor cinematográfica. Empezó a obtener reconocimiento crítico a partir de su exitosa colaboración con el dramaturgo Harold Pinter en tres películas: su obra maestra El sirviente (1963); Accidente (1967) y El mensajero (1970), y por esta última obtuvo la Palma de Oro en Cannes.

Unas de las primeras películas de Joseph Losey tras su exilio londinense tras ser una de las víctimas de la caza de brujas del McCarthismo (cosas que tiene el irse a estudiar tecnicas teatrales en Rusia, que le tachan a uno de "rojo"). Exilio londinense que más tarde se haría perpétuo y que nos dará joyas como "El sirviente" (también de 1963) o , más tarde, "El mensajero" con la que lograría la Palma de Oro de Cannes de 1970.


COMENTARIOS:



Joseph Losey fue uno de los grandes autores americanos víctimas del boicot instaurado por la caza de brujas de Joseph McCarthy lo que le obligó a emigrar a Gran Bretaña en busca de las habichuelas cinematográficas negadas en su país de origen. Cineasta de gran personalidad y gran director de actores, ya había dejado muestras de su talento en Estados Unidos filmando obras tan magnas como El muchacho de los cabellos verdes, El Merodeador, M  o El Forajido. Sus singulares películas noir, de gran calado social,  reflejaban con gran acierto la rabia que imperaba en una parte de la sociedad americana en los años de post guerra. Desgraciadamente el nombre de Losey únicamente suele mencionarse cuando se recuerda la trilogía que rodó en los años sesenta con el dramaturgo Harold Pinter (El sirviente, Accidente y El mensajero) dejando en el olvido magníficas muestras de cine puro de autor como El otro señor Klein, Galileo, El criminal o Eva, todas ellas de una intensidad difíciles de encontrar en otros cineastas de su generación.




Indagando sobre cintas de Ciencia-Ficción, descubrí 'Estos son los condenados' ('The Damned', 1963), una producción de la Hammer que, ante todo, sirve para demostrar la enorme versatilidad del cineasta estadounidense, estableciéndose al tiempo como uno de los primeros pasos en la configuración de nuevos modos dentro del género que se alejan ya, y de qué manera, de lo que habíamos visto durante los años 50.

Pero hasta que la cinta muestra sus cartas, 'Estos son los condenados' discurre por terrenos tan extraños como alejados de lo que entendemos por ciencia-ficción, y para ello nada sirve de mejor ejemplo que la secuencia que abre la cinta, con un turista recorriendo las calles de la ciudad costera de Weymouth sin saber que va a recibir una paliza de mano de una pandilla de moteros encabezados por un perturbador —y perturbado— Oliver Reed, un personaje de aparente irrelevancia más allá de servir de catalizador inicial a los acontecimientos que se irán desplegando pero que termina siendo fundamental en la recta final de la cinta.



Sin querer desvelar mucho de la trama de ésta, resumamos la misma de forma escueta. De una parte tenemos al turista que recibe la paliza y que, recuperado, huye con la hermana de Reed en su barco para terminar yendo a parar a una caverna de una isla en la que hay un extraño grupo de niños de once años cuyo comportamiento resulta bastante singular. De la otra tenemos a Bernard, un científico que conduce un proyecto secreto en dicha isla y a Freya —soberbia Viveca Lindfords aunque, ¿cuándo no lo estuvo la desaparecida actriz?—, una escultora que habita en ella y desconoce por completo lo que su amigo desarrolla allí.

Como decía, si sólo atendiéramos al inicio de la cinta, marcado por una canción rockera que llega a hacerse insoportable y por la presencia de esos pandilleros que parecen prefigurar a los que Kubrick mostrará años más tarde en 'La naranja mecánica' ('A Clockwork Orange', 1971) —tanto es así que mucho hay en el personaje de Oliver Reed que nos recuerda al Alex de Malcom McDowell—, no podríamos afirmar que estamos ante un filme de ciencia-ficción. Bien es cierto que el ambiente que dibuja Losey, marcado a lo largo de todo el metraje por sus composiciones, lentas panorámicas, sesgadas angulaciones y singulares planos lejanos, delimitan un tono surrealista que incomoda al espectador sin que éste pueda precisar el motivo. Pero más allá de lo que la dirección del cineasta concreta, la ciencia-ficción, tal y cómo la habíamos entendido hasta entonces, brilla por su ausencia.



Sin prisa pero sin pausa, la cinta va hilvanando a través del guión de Evan Jones un discurso que, trascendido su ecuador, comienza a apuntar hacia los elementos que hacen que éste filme adquiera tanta relevancia dentro del género como para haberlo elegido de cara al ciclo: toda vez que la acción se traslada a la isla y los niños que en ella habitan adquieren protagonismo, empieza a insinuarse un panorama aún más extraño, apuntalado por frases sueltas y situaciones en apariencia sin importancia que, consideradas en su totalidad conforman un escenario aterrador que parece salido de las páginas del '1984' de Orwell, con los infantes viviendo aislados en un búnker que está controlado en su totalidad por cámaras y gobernado por un Gran Hermano —Bernard— que todos los días imparte lecciones a los chavales a través de la frialdad de una pantalla.

Éstos, que desconocen por completo otra realidad que no sea la que se les ha mostrado desde que eran unos bebés, se antojan partícipes de un experimento que parecería querer poner en práctica las ideas del mito de la caverna de Platón cuando, una vez revelado el pilar de la trama —que no voy a desvelar—, ante lo que nos encontramos es una espléndida vuelta de tuerca acerca de los peligros de la energía atómica que tanto marcaron a la ciencia-ficción de la década anterior: trastocando por completo la manera en que el miedo a la bomba era contemplado pocos años antes, los planteamientos que hace aquí 'Estos son los condenados' resultan terroríficos, si bien su fuerte matiz de inocencia bajo una óptica contemporánea les resta algo de efectividad.



Considerando las circunstancias que envolvieron el exilio de Joseph Losey a Inglaterra tras ser perseguido por la caza de brujas en su país natal, la adecuación del cineasta a lo que debe ir desgranando a lo largo del metraje no podría ser mayor y la frialdad a la hora de plasmar la acción que vemos en pantalla es de una elocuencia tremenda —hablando de esas lentas panorámicas, atención a una de las que cierra la cinta—, no siendo el filme tanto una exposición de la paranoia de la Guerra Fría —que también— como un grito ahogado sobre la imposibilidad de evitar las consecuencias que de ella se derivan.

Un grito que se torna en acongojante en los últimos planos del filme, que alejan por completo de 'Estos son los condenados' la sombra de ese otro filme de ciencia-ficción británico con niños que fue 'El pueblo de los malditos' ('Village of the Damned', Wolf Rilla, 1960) y posiciona a esta singular producción como uno de los descubrimientos más interesantes de cuántos he hecho hasta el momento. (Sergio Benítez en Blog de cine)




Una escena:
 
 
Calificación: 4 de 6.

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